La opinión del odio
Una de las cosas más importantes que me ha enseñado el debate es que casi todo es defendible. Cualquier postura, sobre cualquier tema tiene sus fortalezas y sus debilidades.
Por supuesto esto mismo ocurre en cada uno de los centenares de micro-debates que surgen diariamente en medios y redes sociales y más en estos tiempos de incertidumbre. Que si un partido, que si el otro, que si Sánchez bien, que si Sánchez mal, que si Monarquía, que si República ... y qué tan incansable etcétera.
Supongo que, debido a nuestras ansias de reconocernos partícipes de algo, nos sentimos automáticamente impulsados a adquirir una posición cada vez más polarizada y estricta en todos ellos. Nos casamos con una ideología (o peor, con un partido) y nos cegamos ante cualquier incongruencia que todo lo relacionado con ella. Vemos la paja en el ojo ajeno, y no vemos la viga en el nuestro, preferimos tirar piedras al contrario a ver que ni los que los que piensan como uno están tan en lo cierto ni los que discrepan están tan equivocados. Y ni mucho menos reemplazar ese odio hacia el que piensa distinto entendimiento o por lo menos por respeto.
Por desgracia el odio hacia algo hace más fuerte a una idea colectiva, así que por ahora y supongo que por siempre nos centraremos más en ver qué nos separa del otro a lo que nos acerca. Al fin y al cabo, el odio es uno de los pilares de todo pensamiento político, ¿no?